viernes, 29 de junio de 2012

la Cumbre de la Tierra Rio+20


El crecimiento económico ha tenido lugar a expensas de los recursos naturales y los ecosistemas

El viernes 22 de junio finalizó la Cumbre de la Tierra Rio+20 que tenía como misión debatir y generar acuerdos sobre protección medioambiental, reducción de la pobreza e igualdad social.

La conferencia había estado precedida por una importante expectativa de los grupos ecologistas y las organizaciones sociales. El resultado de la cumbre no conformó a quienes esperaban medidas efectivas y solo cosechó un tibio apoyo de algunos mandatarios y funcionarios de organismos internacionales. Las principales ONG consideraron a la conferencia como un fracaso y realizaron protestas en las inmediaciones del centro de conferencias que albergó a la cumbre.

Río+20 dejó al descubierto la falta de un consenso sobre el cuidado del medioambiente, que fue obstaculizado por la defensa de los intereses económicos de los diferentes países. El fracaso de la cumbre se sumó a las malas noticias provenientes de un informe ambiental de la ONU que alerta de cambios negativos “sin precedentes” en la Tierra.

La conferencia internacional que debía ratificar el camino emprendido por la histórica Cumbre de la Tierra de Río realizada en 1992 solo logró generar un compromiso de buenas intenciones. El encuentro mundial selló su destino cuando los países participantes firmaron un acuerdo previo al inicio de las actividades oficiales.

El texto que logró consensuarse abunda en proclamas sobre lo que se debe hacer pero escasea en planes de acción y metas reales. Por tal motivo, la cumbre quedó vaciada de contenido y se transformó en una interminable lista de discursos que reemplazaron las discusiones y negociaciones necesarias.

El documento convalidado por los países participantes fue titulado “El futuro que queremos” y contiene 53 páginas donde define como grandes prioridades del planeta acabar con la pobreza y el hambre de 1.000 millones de personas y generar una transición hacia una economía verde comprometida con el medio ambiente.

El texto hace hincapié en la necesidad de actuar en temas como la seguridad alimentaria y nutricional para erradicar la pobreza. También destaca la necesidad de trabajar para lograr una agricultura sostenible y un sistema de transporte que funcione con energía limpia. Además, especifica la importancia de generar cambios en relación al agua y la energía.

Finalmente, en lo que podría considerarse como la única acción concreta, el acuerdo contempla fortalecer durante la próxima asamblea de la ONU el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente con la intención de convertirlo en la autoridad líder del medio ambiente a nivel mundial.

La falta de acciones de magnitud para mejorar la situación medioambiental del planeta y para solucionar las carencias socioeconómicas de los más necesitados fueron fuertemente criticadas por los grupos ecologistas, las ONG sociales y algunas delegaciones de países. Según el presidente de la organización World Resource Institute “El texto acordado simplemente no tiene la fuerza para hacerle frente a los desafíos ambientales y de desarrollo de nuestro tiempo. Esta fue una oportunidad perdida para reforzar el diálogo global y conducir una mayor acción en torno a la sustentabilidad”.

En el mismo sentido se expresó el presidente francés, François Hollande, quien calificó al texto firmado como “insuficiente” para otorgar a las cuestiones medioambientales una mayor importancia a nivel internacional. La falta de una respuesta adecuada a los problemas del planeta también llevó al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a expresarse al respecto: “Sé que algunos países esperaban un resultado más ambicioso. Yo también”.

La decepción respecto a los resultados de la cumbre también se manifestó en forma de protestas. Durante el primer día del encuentro marcharon por el centro de Río decenas de miles de personas congregadas en la Cumbre de los Pueblos, una contracumbre crítica a la versión oficial. La protesta se realizó en contra del denominado capitalismo verde, que enmascara al capitalismo actual bajo una versión “ecologista”.

Durante toda la cumbre también se manifestaron organizaciones ambientalistas, estudiantiles, sindicales, políticas, feministas e indigenistas que marcharon a favor de sus derechos y en contra del capitalismo voraz. Las políticas de protección ambiental han enfrentado a lo largo de la historia trabas fundamentadas en las pérdidas económicas que sufrirían algunos de los países industrializados. Esto ha evitado consensos respecto a la reducción de gases de efecto invernadero, a la disminución del uso de combustibles fósiles y a cualquier medida que afecte su producción industrial.

La fuerte crisis económica que afecta a Europa y Estados Unidos ha generado un contexto de negociación aún más complejo y restrictivo a la hora de crear un acuerdo para la Cumbre de la Tierra Rio+20. También han influido de forma negativa actitudes como las de China, uno de los países más contaminantes del planeta, quien aclaró que el cuidado del medio ambiente no será una prioridad para el país en tanto que obligue a frenar su crecimiento económico.

El aumento de las trabas para conseguir un plan de acción que contribuya a revertir el daño ambiental causado por la actividad humana llega en mal momento. Una investigación confeccionada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó semanas atrás sobre los cambios “sin precedentes” que está sufriendo el planeta. El informe denominado GEO-5 advirtió que “Los esfuerzos por reducir su velocidad o su magnitud han dado resultados moderados pero no han conseguido revertir los cambios ambientales adversos”. La investigación señala a la deforestación como uno de los más graves problemas: “el ritmo al que se pierden los bosques, especialmente en los trópicos, sigue siendo alarmantemente elevado”. También hace referencia a la alarmante degradación del mar: “la absorción excesiva de CO2 de la atmósfera está provocando la acidificación de los océanos, que se cierne como una gran amenaza para las comunidades de arrecifes de coral y los mariscos”.

Finalmente, en referencia a la biodiversidad, el informe señala que el mundo vive la llamada “sexta extinción” de las especies, que desaparecen a un ritmo desconocido desde la extinción de los dinosaurios. Dejando de lado las implicancias éticas y morales de la degradación del medio ambiente, el fracaso en las negociaciones para avanzar en la lucha contra la contaminación del planeta parecen suponer que ciertos gobiernos están dispuestos a hipotecar el futuro de las generaciones venideras en post de un desarrollo económico presente. Esta clase de argumentos esgrimidos ni siquiera se sustenta sobre una base investigativa sólida. Como asevera el GEO-5 “el crecimiento económico ha tenido lugar a expensas de los recursos naturales y los ecosistemas; debido a los incentivos perjudiciales, es probable que solo la deforestación y la degradación de los bosques supongan un costo para la economía mundial, incluso, superior a las pérdidas derivadas de la crisis financiera de 2008”.




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